INEbase

INEbase / Demografía y población / Cifras de población y Censos demográficos / Censos de Población y Viviendas de 2001

Censos de Población y Viviendas de 2001

La aldea de las personalidades / Lista de colaboraciones

Foto del Sr. Manuel LeguinecheSr. D. Manuel Leguineche
Escritor y periodista.
Belendiz (Vizcaya)


Breve reseña estadística

En el Diccionario Geográfico y Estadístico de Pascual Madoz (1845), se dice que Belendiz es un barrio en la provincia de Vizcaya, partido judicial de Marquina, en el término de Arranzo. La anteiglesia de Arrazua está situada entre montes y sobre el camino de Guernica a Marquina en clima saludable. Comprende los barrios de Barrutia, Belendiz, Elexalde, Gordeica, Loyola y Minteguia. Hay una escuela de primera educación a la cual asisten 40 alumnos y se halla dotada con 330 reales. La iglesia parroquial (Sto. Tomás Apóstol) fue fundada en el siglo XII, tiene 5 ermitas con la advocación de San Pedro, Sta. Marina, San Pelayo, San Lorenzo, San Emeterio y Celedonio. El cementerio tiene 512 pies de circunferencia, embaldosado, y sin duda de los mejores de Vizcaya. El terreno de buena calidad. El camino que dirige de Guernica a Marquina atraviesa todo el pueblo, es una calzada y se halla bien cuidada. El correo se recibe en Guernica. Produce trigo, maíz, alguna legumbre, castañas, manzanas, peras y otras frutas; cría ganado vacuno; se cazan liebres, perdices y sordas, y se pescan anguilas, truchas y bermejuelas. Arrazua tiene una población de 141 vecinos, 730 almas.

En el Censo de Población de 1991, Arrazua de Vizcaya, la anteiglesia a la que pertenece la aldea donde nace Manuel Leguineche, contaba con 102 viviendas familiares principales y 52 secundarias. Tenía 346 personas, o almas en la terminología decimonónica, de las que 169 eran varones y 177 mujeres.

Belendiz. Por Manuel Leguineche

Nací el 28 de Septiembre de 1941 en una aldehuela de Vizcaya, a pocos kilómetros de Guernica. Se llamaba y se llama Belendiz, que a su vez pertenece a la anteiglesia de Arrazua. Fueron años de posguerra, y como puedes imaginar, llenos de melancolía, que es la dicha de estar triste. Dicen que la patria de uno es la infancia (Rilke), estoy de acuerdo con esa idea, porque tantos años después la nostalgia me lleva a Belendiz, al paisaje de pinos y eucaliptos, al sirimiri, al canto del cuco en Abril, a los cielos bajos, a los caseríos dispersos, a la escuela, al lamento del acordeón, al sonido de la pelota al chocar contra la pared del frontón. Belendiz no debía pasar de la cincuentena de habitantes, un centenar como mucho. La ventaja en las aldeas es que conoces a todos los vecinos. Todavía lo recuerdo con cariño. Vuelvo allí con emoción.