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Censos de Población y Viviendas de 2001

La aldea de las personalidades / Lista de colaboraciones

Foto del Sr. D. Manuel Pizarro MorenoSr. D. Manuel Pizarro Moreno
Presidente de Ibercaja
Teruel capital


Breve reseña estadística

En el Diccionario Geográfico y Estadístico de Pascual Madoz (1845), se dice que Teruel es una ciudad que se halla asentada sobre una muela o altura de bastante consideración, en la orilla izquierda del río Guadalaviar, que después se denomina Río Blanco y Turia; el clima es sano aunque algo húmedo y frío por la noche. Penétrase en ella por siete puertas que tienen los débiles y vetustos muros que la ciñen, cuyo contorno es una figura irregular. Las calles son por lo general estrechas, tortuosas y mal empedradas, pero muy aseadas y algunas con alcantarillas. Para el sistema de las calles puede considerarse la ciudad dividida en dos partes; en el lado izquierdo de esta línea hay 27 calles, la mayor parte en línea recta y paralelas entre sí, distribuídas con bastante regularidad, siendo las principales las de Sta. Teresa, Acuavera, Ricos Hombres, San Bernardo, Pescatería, La Paz, Arcedianos y Mártires. En la parte derecha se cuentan 30 calles, o más bien callejones cortos de notable irregularidad y desnivel, exceptuando las de Alcañices, San Juan Carrasco, San Andrés y Franquería. Se cuentan en la población 14 plazas. Los edificios y monumentos notables son La Catedral, La Iglesia de San Miguel, El templo de la parroquial de San Pedro, la parroquia de San Andrés, la Iglesia parroquial de San Salvador, la Iglesia parroquial de Santiago, la casa de la comunidad, las casas consistoriales, el torreón llamado Torre Lombardera.... Los establecimientos destinados a la beneficencia son la Casa de Misericordia y el Hospital. Cinco es el número de escuelas de primera educación en esta capital, sostenidas por el ayuntamiento; si bien atendida su localidad y método de enseñanza pueden reducirse a tres; dos de niños y una de niñas, el Instituto provincial de segunda enseñanza, Seminario. La correspondencia general llega tres veces a la semana, saliendo otras tantas. Tiene Teruel dentro del casco de la población y en su término municipal 1.791 vecinos, que hacen 7.165 almas.

Cuando nace Manuel Pizarro Moreno, en los años 50, Teruel tiene una población ascendente de 20.997 habitantes, o almas en la terminología decimonónica. Una población que sigue aumentando y en 1991 el Censo contó 28.487 personas, de las cuales 13.798 eran varones y 14.689 eran mujeres.

Otro Teruel. Por Manuel Pizarro Moreno

El Teruel de mi infancia se parece poco al actual. En medio siglo, aquella ciudad sondormida y un tanto conformista, que intentaba despertar de la pesadilla de una guerra civil que infligió terribles heridas a su población y a su casco urbano, ha cambiado mucho. Aquella ciudad de mi niñez, contenida apenas en sus tradicionales colinas, comenzaba ya su expansión urbana y se abría, con poca fortuna, todo hay que decirlo, al emergente proceso de industrialización en el que estaba inmersa toda España.

Recuerdo perfectamente que el ritmo sosegado de aquella pequeña capital de provincias de apenas 20.000 habitantes, tenía el contrapunto insólito de una floreciente actividad cultural, impulsada por una generación de dinámicos y entusiastas educadores, quienes iluminaron con su entrega a la cultura aquellas viejas aulas del Instituto de Enseñanza Media "Ibañez Martín" y la ciudad entera.

Teruel sigue siendo hoy en día ciudad de funcionarios y comerciantes, aún mal comunicada con una provincia que gravita, por un lado, con el próximo y atractivo Levante y, por otro, con una Zaragoza que señorea el Valle del Ebro. Pero cuenta ya con más de 30.000 habitantes, ha roto el cerco de las colinas gracias al Ensanche y ha redescubierto y empezado a poner en valor su extraordinario patrimonio histórico-artístico, singularmente el de estilo mudéjar.

El conjunto de población jubilada es muy importante en el Teruel actual, pero también es una ciudad que cuenta con un importante contingente juvenil que se forma en los Institutos de Bachillerato, en la Escuela de Magisterio o en el Colegio Universitario. Esa juventud, que estudia y se forma, es especialmente visible en las Fiestas del Angel, un estallido de vitalidad que asombra cada año a propios y extraños.

Teruel, también hay que decirlo, está recuperando su identidad y redescubriendo sus ganas de vivir, mientras mejoran poco a poco las comunicaciones, mientras comienza a asentarse en la provincia una potente industria agroalimentaria en torno al jamón de calidad, y mientras un puñado de emprendedores comienza a poner en valor el inmenso legado paisajístico y cultural de Teruel y el resto de la provincia, una, todavía, bella desconocida para muchos españoles.

A mi juicio, el síntoma más elocuente de la hora actual de todo Teruel, ciudad y provincia, es el reencuentro de su gente con una ilusión hacia el mañana, expresado en el claro deseo de alcanzar un tipo de vida mejor. De construir, como decía Ortega, un sugestivo proyecto de vida en común. Todos cuantos nacimos en esa pequeña ciudad, en esa provincia hermosísima, vivamos o no en ella, estamos comprometidos en esta ilusionante y grata empresa.