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El riesgo de subestimar la esperanza de vida proyectada

18-04-16

Ana DebónAna Debón propuso profundizar en la fiabilidad de las tablas de mortalidad

Ana Debón Aucejo, profesora titular de la Universidad Politécnica de Valencia y directora del trabajo realizado por Marta Moshuk, “Proyección de los indicadores de mortalidad para España”, que fue Premio Eduardo García España en 2013, participó el pasado 14 de abril en una sesión técnica en la sede de los servicios centrales del INE en Madrid.

Debón explicó que las probabilidades de muerte en España han disminuido durante los últimos años, tanto en hombres como en mujeres, y que esta tendencia se puede extrapolar a los próximos años. Al mismo tiempo, añadió, que se percibe mayor longevidad en las mujeres que en los hombres, mostrando las primeras tanto una esperanza de vida mayor, como un índice de Gini menor, lo que supone una repartición más igualitaria de las mejoras en mortalidad. No obstante, añadió, esta diferencia “tiende a decrecer” y las predicciones muestran que esta tendencia continuará en el futuro.

Por todo ello, Debón propuso profundizar en la fiabilidad de las tablas de mortalidad y en no simplificar los modelos para evitar subestimar la esperanza de vida proyectada y su dispersión.

Precedentes

El Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe “The financial impact of longevity risk” alertó del riesgo financiero que supone el envejecimiento de la población y el aumento de su esperanza de vida. El Fondo alertó de que si el promedio de vida para 2050 aumentaba tres años más de lo que se esperaba actualmente, "los costes del envejecimiento, que ya son enormes, podrían aumentar un 50%".

Las tendencias demográficas en países del mundo desarrollado no ofrecen lugar a duda, cada vez se vive más, y por ello, el proceso de envejecimiento de la población es un hecho. Así pues, aunque hay que reconocer que vivir más es un gran logro para todos, no poder anticiparse a dichos acontecimientos es un problema para los que se dedican a valorar en general los costes de las anualidades de una determinada cartera y, en particular, la sostenibilidad de un sistema de pensiones. Este hecho, puede generar consecuencias económico-financieras “complicadas” para instituciones públicas y privadas, según el FMI.

En este contexto, la obtención de nuevos modelos para la construcción de tablas dinámicas de mortalidad, así como el estudio de la incertidumbre en su predicción, se presenta como un punto clave de investigación.

De entre los modelos paramétricos, uno de los más utilizados en Demografía y Ciencias Actuariales es el propuesto por Lee y Carter (1992). Sus ventajas son, entre otras, la fácil interpretación de sus parámetros y su parsimonia. Debón afirmó que es un modelo para el que se han propuesto muchas extensiones y mejoras “que vale la pena revisar”.

Propuesta de futuro

Para futuras líneas de investigación la experta opinó que hay que tener en cuenta la opinión de gran parte de los investigadores que construyen tablas de mortalidad, en el sentido de que el modelo debe adaptarse a la experiencia de cada país. En particular, las tendencias en mortalidad en Europa son decrecientes, pero hay grandes diferencias entre el este y el oeste que vale la pena analizar.

Según Debón, aunque disponemos de algunas propuestas de modelos, es necesario profundizar en  la fiabilidad de los datos y en su impacto en los productos actuariales en países con diferentes evoluciones demográficas, como Ecuador o Colombia.

Debón señaló que las técnicas utilizadas en la práctica difieren a menudo de las herramientas desarrolladas en el ámbito académico. Y que los expertos que realizan algunos de estos informes tienden a simplificar los modelos, el número de indicadores de mortalidad seleccionados y la presentación de los resultados. “Este enfoque, según algunos autores y nuestros resultados, puede conducir a una subestimación de la esperanza de vida proyectada y a su dispersión, lo que puede tener implicaciones importantes para las compañías de seguros y fondos de pensiones”, concluyó.

 

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